<\/span><\/h2>\nLa industria editorial se desarroll\u00f3 primero en las colonias americanas durante el siglo XVII. A medida que la clase media en los Estados Unidos crec\u00eda, tambi\u00e9n lo hac\u00eda la demanda de libros, y la industria lleg\u00f3 a jugar un papel importante en la econom\u00eda de los Estados Unidos, funcionando como un medio de entretenimiento y educaci\u00f3n. A principios del siglo XXI, la publicaci\u00f3n de libros era una industria multimillonaria dominada por grandes empresas, como Simon & Schuster y HarperCollins, pero se enfrentaba a importantes retos, como la competencia con otros medios de comunicaci\u00f3n, como la televisi\u00f3n, y el contenido gratuito en Internet.<\/p>\n
En 1640 se imprimi\u00f3 en Cambridge, Massachusetts, el primer libro americano, el Bay Psalm Book. La publicaci\u00f3n de libros se expandi\u00f3 r\u00e1pidamente a trav\u00e9s de las colonias: a Boston en 1674, a Filadelfia en 1685 y a la ciudad de Nueva York en 1693. El tema m\u00e1s popular para los libros en ese momento era la teolog\u00eda, as\u00ed como materiales educativos como almanaques, cartillas y libros de derecho. Los libros se vend\u00edan de varias maneras: por suscripci\u00f3n, por la imprenta, en las calles por los vendedores ambulantes, y en las tiendas por los libreros. Hezekiah Usher (1615-76), un prominente comerciante de Cambridge, a\u00f1adi\u00f3 libros a su inventario alrededor de 1640 y puede haber sido el primer librero americano.<\/p>\n
La disponibilidad de material de lectura impreso despu\u00e9s de 1650 contribuy\u00f3 a la difusi\u00f3n de la alfabetizaci\u00f3n y al crecimiento de una clase media educada. Durante el siglo XVIII las novelas en prosa se hicieron populares entre la clase media, mientras que los almanaques y los libros de capilla eran m\u00e1s comunes entre la clase baja. El Almanaque del Pobre Ricardo (sic) de Benjam\u00edn Franklin (1706-90), que conten\u00eda una variedad de informaci\u00f3n, as\u00ed como dichos religiosos y morales, se public\u00f3 en Filadelfia en varias ediciones de 1732 a 1764. Los Chapbooks conten\u00edan t\u00edpicamente una historia popular ilustrada con xilograf\u00edas (una imagen impresa o un dise\u00f1o hecho a partir de la impresi\u00f3n de un trozo de madera tallado).<\/p>\n
En 1790 el Congreso aprob\u00f3 la primera ley de derechos de autor en los Estados Unidos. La ley concedi\u00f3 a los autores la propiedad legal de sus manuscritos, incluyendo libros, mapas y cuadros, por un per\u00edodo de 14 a\u00f1os. Al final del plazo, el autor pod\u00eda volver a solicitarlo por otros 14 a\u00f1os. La ley establec\u00eda que durante el per\u00edodo de 14 a\u00f1os s\u00f3lo el autor ten\u00eda el derecho legal de publicar, imprimir, reimprimir o vender copias del manuscrito. La ley se aplicaba s\u00f3lo a los ciudadanos estadounidenses y no proteg\u00eda a los autores de otros pa\u00edses.<\/p>\n
En 1800 se estableci\u00f3 la Biblioteca del Congreso como biblioteca de referencia para el Congreso. Varios a\u00f1os despu\u00e9s Thomas Jefferson (1743-1826) don\u00f3 a la biblioteca su vasta colecci\u00f3n de libros, considerada entonces como una de las mejores de los Estados Unidos (la biblioteca ha mantenido la colecci\u00f3n hasta el siglo XXI). En el siglo XVIII el crecimiento de la publicaci\u00f3n de libros llev\u00f3 al establecimiento de bibliotecas de pr\u00e9stamo comercial. En el siglo XIX la popularidad de los libros dio lugar al establecimiento de bibliotecas p\u00fablicas gratuitas. El siglo XIX tambi\u00e9n marc\u00f3 una nueva era en la publicaci\u00f3n de libros, gracias a las innovaciones tecnol\u00f3gicas que redujeron significativamente el costo de la impresi\u00f3n y la publicaci\u00f3n de libros. Entre esas innovaciones cabe citar la estereotipia, una plancha de impresi\u00f3n que elimin\u00f3 la necesidad de imprimir a partir del manuscrito original; la prensa de hierro, que no ten\u00eda que ser accionada a mano; la energ\u00eda de vapor, que hac\u00eda funcionar las prensas de hierro; el encasillamiento mec\u00e1nico y la composici\u00f3n tipogr\u00e1fica, que elimin\u00f3 la necesidad de ajustar el tipo a mano; y nuevos m\u00e9todos de reproducci\u00f3n de las ilustraciones. El papel y las encuadernaciones tambi\u00e9n se hicieron menos costosos. Despu\u00e9s de 1820, los estuches de tela comenzaron a sustituir a las encuadernaciones de cuero, lo que redujo considerablemente los costos de publicaci\u00f3n. Las editoriales que anteriormente hab\u00edan publicado sus obras sin encuadernar empezaron a publicarlas ya encuadernadas.<\/p>\n
En el siglo XIX la publicaci\u00f3n de libros en los Estados Unidos se caracteriz\u00f3 por la expansi\u00f3n y la competencia. La poblaci\u00f3n estadounidense creci\u00f3 r\u00e1pidamente, la invenci\u00f3n del tel\u00e9grafo y el tel\u00e9fono mejor\u00f3 la comunicaci\u00f3n y hubo un fuerte deseo tanto de superaci\u00f3n como de entretenimiento. Todos estos factores contribuyeron a un fuerte comercio de libros. Las publicaciones se concentraron gradualmente en Filadelfia, Boston y Nueva York. Adem\u00e1s de publicar a autores estadounidenses como Washington Irving (1783-1859), James Fenimore Cooper (1789-1851) y Ralph Waldo Emerson (1803-82), las editoriales estadounidenses compet\u00edan ferozmente para publicar ediciones reimpresas de obras de Charles Dickens (1812-70), Sir Walter Scott (1771-1832), Thomas Babington Macaulay (1800-59) y otros escritores brit\u00e1nicos. Los editores estadounidenses esperaban en el muelle por un nuevo t\u00edtulo brit\u00e1nico y ten\u00edan una edici\u00f3n de reimpresi\u00f3n lista en horas. Muchas de estas ediciones fueron pirateadas, sin que se pagaran derechos de autor a los autores. Dickens incluso presion\u00f3 al Congreso para que reconociera los derechos de autor de los autores brit\u00e1nicos sin \u00e9xito. La industria editorial depend\u00eda en gran medida de la venta de novelas brit\u00e1nicas piratas para mantener la rentabilidad, y el Congreso detestaba interferir con este m\u00e9todo. En 1891, la Ley de Derecho de Autor Internacional fue la primera ley del Congreso de los Estados Unidos que ofrec\u00eda una protecci\u00f3n limitada a los titulares extranjeros de derechos de autor en los Estados Unidos.<\/p>\n
En 1898 el primer cat\u00e1logo de libros, titulado Cumulative Book List, apareci\u00f3 en los Estados Unidos. Creada por el librero Halsey William Wilson (1868-1954) de Minneapolis, la Cumulative Book List proporcion\u00f3 a los libreros estadounidenses una lista alfab\u00e9tica y completa de los t\u00edtulos disponibles cada a\u00f1o. Anteriormente no exist\u00eda tal lista en los Estados Unidos, aunque era una pr\u00e1ctica com\u00fan en Europa. La lista de Wilson proporcion\u00f3 a los libreros una forma sistem\u00e1tica de seleccionar libros para sus tiendas y de encontrar a los editores que los produc\u00edan.<\/p>\n
Durante la d\u00e9cada de 1890 y a principios del siglo XX, se establecieron muchas peque\u00f1as editoriales. Los costos de inicio eran bajos, y era relativamente barato publicar una edici\u00f3n de 1.000 copias de un nuevo libro. Para 1900 la mayor\u00eda de los estados hab\u00edan promulgado leyes de escolaridad obligatoria, lo que cre\u00f3 la necesidad de libros de texto, y los editores comenzaron a especializarse. En 1909 el Congreso revis\u00f3 la Ley de Derechos de Autor, extendiendo el plazo en que un autor pod\u00eda conservar el control exclusivo de su obra de 14 a 28 a\u00f1os. El plazo pod\u00eda ser renovado una vez por otros 28 a\u00f1os. Sin embargo, la Ley de 1909 negaba la protecci\u00f3n del derecho de autor a cualquier obra publicada que no obtuviera un aviso de derecho de autor. Las obras sin el aviso se consideraban parte del dominio p\u00fablico.
\nDespu\u00e9s de la Primera Guerra Mundial (1914-18), las condiciones econ\u00f3micas favorables produjeron una pr\u00f3spera clase media que exig\u00eda m\u00e1s libros. El n\u00famero de editoriales creci\u00f3 y comenz\u00f3 a expandirse globalmente. Autores estadounidenses, como Ernest Hemingway (1899-1961) y Sinclair Lewis (1885-1951), encontraron un mercado mundial. La ciudad de Nueva York se convirti\u00f3 en una fuente de talento para las editoriales de todo el mundo. Las universidades crecieron en n\u00famero, y los libros de texto universitarios se convirtieron en una parte importante de la industria editorial.<\/p>\n
Tambi\u00e9n despu\u00e9s de la Primera Guerra Mundial comenzaron a aparecer clubes de libros que ofrec\u00edan libros por correo. Los miembros compraron una suscripci\u00f3n al club, y un nuevo libro les fue entregado cada mes. El costo de una suscripci\u00f3n anual era significativamente m\u00e1s barato que comprar los doce libros en una librer\u00eda. En 1926 comenz\u00f3 el Club del Libro del Mes, y su rival el Gremio Literario se estableci\u00f3 un a\u00f1o despu\u00e9s. Los clubes de libros ayudaron a las compa\u00f1\u00edas editoriales a desarrollar el inter\u00e9s en nuevos t\u00edtulos, incrementaron las ventas de libros y promovieron el conocimiento de la marca.<\/p>\n
Durante la Gran Depresi\u00f3n (1929-39), la industria editorial de libros experiment\u00f3 una ca\u00edda. Pocos estadounidenses ten\u00edan dinero para libros, especialmente porque la mayor\u00eda eran copias impresas caras. En 1935, el editor brit\u00e1nico Sir Allen Lane (1902-70) lanz\u00f3 la serie de libros en r\u00fastica Penguin, y se puso de moda inmediatamente. Poco antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-45), los libros en r\u00fastica de Penguin estuvieron disponibles en los Estados Unidos a trav\u00e9s de Ian Ballantine (1916-95), quien m\u00e1s tarde fund\u00f3 tanto Bantam Books como Ballantine Books. La distribuci\u00f3n en los Estados Unidos fue asumida m\u00e1s tarde por Victor Weybright (1903-74), quien en 1948 fund\u00f3 la Nueva Biblioteca Americana, otra exitosa empresa de libros de bolsillo.<\/p>\n
La editorial estadounidense m\u00e1s exitosa de libros masivos en r\u00fastica fue Pocket Books, fundada en junio de 1939 por Robert F. de Graff (1895-1981). En asociaci\u00f3n con Richard Simon (1899-1960) y Max Lincoln Schuster (1897-1970), fundadores de la editorial Simon & Schuster, de Graff comenz\u00f3 con una modesta lista de 10 t\u00edtulos, todos ellos reimpresos. El \u00e9xito de Pocket Books fue inmediato y sin precedentes, y la compa\u00f1\u00eda continu\u00f3 dominando el mercado masivo de publicaciones en r\u00fastica durante d\u00e9cadas.<\/p>\n
La Segunda Guerra Mundial (1939-45) perturb\u00f3 la industria editorial. La escasez de papel hizo que los editores imprimieran menos t\u00edtulos nuevos y menos copias, pero muchas de estas ediciones m\u00e1s peque\u00f1as se vendieron a un p\u00fablico que ten\u00eda m\u00e1s tiempo para leer. Tambi\u00e9n hab\u00eda menos bienes de consumo para competir con los libros debido al racionamiento en tiempos de guerra. La persecuci\u00f3n nazi en Alemania, sin embargo, alent\u00f3 a los jud\u00edos de la industria editorial y de otras industrias a inmigrar a los Estados Unidos, trayendo nuevos talentos editoriales al pa\u00eds. Despu\u00e9s de la guerra, la mejora de las condiciones sociales y econ\u00f3micas ayud\u00f3 a restaurar la salud de la industria editorial. Tambi\u00e9n hubo un gran avance en la impresi\u00f3n; el fototipado, un m\u00e9todo de fotografiar personajes para crear una plancha de impresi\u00f3n, reemplaz\u00f3 el m\u00e9todo de trabajo intensivo del sistema de prensa tradicional. El fotocomposici\u00f3n hizo que fuera menos costoso imprimir ediciones de 100.000 o m\u00e1s copias, pero los costos iniciales hicieron que el nuevo m\u00e9todo fuera menos atractivo para las ediciones de unos pocos miles de copias. Esos costos fijos tan elevados daban lugar a \u00abeconom\u00edas de escala\u00bb, es decir, el costo medio de una unidad de producci\u00f3n (como un libro) disminu\u00eda a medida que aumentaba el n\u00famero de unidades. Las grandes editoriales se beneficiaron de ello, lo que impuls\u00f3 a las grandes editoriales a adquirir empresas m\u00e1s peque\u00f1as, a las empresas editoriales a fusionarse entre s\u00ed y, como resultado, el n\u00famero de editoriales disminuy\u00f3.<\/p>\n
En la d\u00e9cada de 1950 los libros en r\u00fastica eran m\u00e1s que una simple novedad. En 1950 las ventas de libros en r\u00fastica alcanzaron los 200 millones de ejemplares, y los ingresos por este concepto se estimaron en 46 millones de d\u00f3lares. Una revoluci\u00f3n de la edici\u00f3n en r\u00fastica, posible gracias a los bajos precios de los libros en r\u00fastica, tuvo lugar r\u00e1pidamente en los Estados Unidos y en todo el mundo. Convirti\u00f3 a los prestatarios de libros en compradores de libros, aumentando la poblaci\u00f3n de compradores de libros. Sin embargo, los bajos precios tambi\u00e9n redujeron dr\u00e1sticamente el n\u00famero de miembros de los clubes de libros. Por primera vez los libros se convirtieron en objetos de compra por impulso. Se vendieron en una variedad de nuevos lugares, desde farmacias hasta aeropuertos. Los libros de bolsillo acad\u00e9micos, dirigidos a estudiantes universitarios, comenzaron a aparecer en los Estados Unidos y pronto se extendieron a Inglaterra y al continente europeo.<\/p>\n
En la d\u00e9cada de 1960 los libros de bolsillo se hab\u00edan convertido en un accesorio de la vida de los Estados Unidos. Reflejaban los cambios sociales y los acontecimientos de la d\u00e9cada, incluyendo el movimiento de derechos civiles, la guerra de Vietnam (1956-75), las protestas de la guerra y el movimiento hippie de la contracultura. Los editores de libros en r\u00fastica perfeccionaron el \u00ablibro instant\u00e1neo\u00bb durante el decenio de 1960, proporcionando un tratamiento en profundidad de las principales noticias a los pocos d\u00edas del acontecimiento. Se hizo hincapi\u00e9 en los best-sellers, y muchos autores se beneficiaron de la amplia exposici\u00f3n que recibieron a trav\u00e9s de los libros en r\u00fastica.<\/p>\n
Los tremendos beneficios generados por los libros de bolsillo en los decenios de 1960 y 1970 supusieron otro cambio en la edici\u00f3n. Las grandes empresas comenzaron a considerar la publicaci\u00f3n como una posible oportunidad de inversi\u00f3n. A finales de los a\u00f1os 60 y principios de los 70 muchas empresas independientes de libros de bolsillo pasaron a estar bajo el control de corporaciones gigantes, como Gulf & Western, Columbia Broadcasting System (CBS), Radio Corporation of America (RCA) y Warner Communications. Estas empresas matrices pusieron grandes cantidades de dinero en efectivo a disposici\u00f3n de sus filiales de libros en r\u00fastica, lo que dio lugar a nuevos niveles de licitaci\u00f3n entre las editoriales para los bestsellers. A mediados de la d\u00e9cada de 1970, las subastas millonarias de derechos de libros en r\u00fastica eran comunes. Lamentablemente, esto dio lugar a un aumento de los precios para los consumidores; las ventas de libros en r\u00fastica, que hab\u00edan aumentado constantemente desde su introducci\u00f3n, comenzaron a estabilizarse. A finales del decenio de 1970 y principios del de 1980, varias casas de libros en r\u00fastica quebraron. Se hizo m\u00e1s com\u00fan que los editores publicaran tanto ediciones en tapa dura como en r\u00fastica en lugar de vender los derechos de las r\u00fasticas a una empresa separada.<\/p>\n
En 1976 el Congreso enmend\u00f3 la Ley de Derecho de Autor de 1909, estableciendo la norma de los derechos de autor para el resto del siglo XX y hasta el XXI. La ley de 1976 cre\u00f3 la doctrina del uso razonable, que permit\u00eda el uso limitado de un art\u00edculo publicado con derechos de autor sin obtener el permiso del propietario de los derechos de autor. El uso leal abarcaba pr\u00e1cticas como la investigaci\u00f3n, la ense\u00f1anza, los motores de b\u00fasqueda y el reportaje de noticias. M\u00e1s tarde, la doctrina del uso leal se modificar\u00eda para incluir tambi\u00e9n las obras no publicadas. La ley de 1976 ampli\u00f3 a\u00fan m\u00e1s el plazo en el que se pod\u00edan mantener los derechos de autor, de 28 a\u00f1os (renovable una vez por otros 28 a\u00f1os) a la vida del autor m\u00e1s otros 50 a\u00f1os despu\u00e9s de su muerte; para la autor\u00eda corporativa los derechos de autor se ampliaron a 75 a\u00f1os. Como resultado, los editores y las empresas que eran titulares de los derechos de autor de los manuscritos pod\u00edan extraer m\u00e1s beneficios de esos materiales durante un per\u00edodo m\u00e1s largo.<\/p>\n
La consolidaci\u00f3n tambi\u00e9n afect\u00f3 al resto de la industria de la publicaci\u00f3n de libros. Quince grandes empresas dominaron la industria a principios de los 70. En la d\u00e9cada de 1990 s\u00f3lo siete editoriales representaban el 80 por ciento de todos los bestsellers. La concentraci\u00f3n de poder suscit\u00f3 preocupaciones acerca de la calidad y la diversidad de los libros que se publicaban, y algunos autores y lectores recurrieron a peque\u00f1as editoriales para satisfacer la necesidad de t\u00edtulos menos populares pero de mayor calidad, que respond\u00edan a diversos intereses especiales.<\/p>\n
En la d\u00e9cada de 1950 los libros de bolsillo eran m\u00e1s que una simple novedad. En 1950 las ventas de libros en r\u00fastica alcanzaron los 200 millones de copias, y los ingresos de las r\u00fasticas se estimaron en 46 millones de d\u00f3lares. Una revoluci\u00f3n de la edici\u00f3n en r\u00fastica, posible gracias a los bajos precios de los libros en r\u00fastica, tuvo lugar r\u00e1pidamente en los Estados Unidos y en todo el mundo.<\/p>\n
Durante la segunda mitad del siglo XX, la publicaci\u00f3n de libros experiment\u00f3 un enorme crecimiento. En 1963 las ventas anuales de libros alcanzaron los 1.680 millones de d\u00f3lares. Una d\u00e9cada m\u00e1s tarde, el n\u00famero se duplic\u00f3, y en 1983 alcanz\u00f3 los 8.600 millones de d\u00f3lares. Para 1993 las ventas casi se duplicaron de nuevo para alcanzar los 17.200 millones de d\u00f3lares.<\/p>\n
El \u00e9xito econ\u00f3mico de la industria editorial de libros sigui\u00f3 estando estrechamente relacionado con las condiciones y tendencias sociales, econ\u00f3micas y demogr\u00e1ficas existentes. De 1985 a 1992, por ejemplo, la publicaci\u00f3n de libros para ni\u00f1os en los Estados Unidos experiment\u00f3 un enorme crecimiento, pasando de 336 millones de d\u00f3lares a 1.100 millones de d\u00f3lares en ventas. Este crecimiento se vio influido por el aumento de la tasa de natalidad en los decenios de 1980 y 1990. Sin embargo, las ventas pronto se redujeron a la mitad y los editores se vieron obligados a replantearse sus estrategias. Las tendencias favorables a la publicaci\u00f3n en la d\u00e9cada de 1990 y m\u00e1s all\u00e1 incluyeron mayores inscripciones en escuelas y universidades, as\u00ed como una poblaci\u00f3n envejecida que estaba interesada en una variedad de temas.
\nDurante la d\u00e9cada de 1990, como reflejo de la propiedad corporativa de la publicaci\u00f3n de libros, la industria se preocup\u00f3 m\u00e1s por reducir los costos, maximizar los beneficios y las t\u00e9cnicas de gesti\u00f3n eficaces. Los editores de libros se enfrentaron a muchos desaf\u00edos, incluyendo la necesidad de enormes adelantos en efectivo necesarios para captar a los autores de bestsellers, as\u00ed como la competencia por la atenci\u00f3n de los consumidores de las computadoras, la Internet y la televisi\u00f3n. En 1998 el Congreso ampli\u00f3 el plazo del derecho de autor a la vida del autor m\u00e1s 70 a\u00f1os y, para la autor\u00eda corporativa, a 120 a\u00f1os. Esto volvi\u00f3 a aumentar los beneficios que los editores de libros pod\u00edan obtener de un solo manuscrito. Tambi\u00e9n durante el decenio de 1990, los clubes de lectura experimentaron un resurgimiento cuando Oprah Winfrey (1954-), una popular personalidad de los medios de comunicaci\u00f3n, estableci\u00f3 un club de lectura para sus fans. Esto se tradujo en un aumento de la demanda de nuevos libros.<\/p>\n
A principios del siglo XXI la popularidad de los libros electr\u00f3nicos, libros electr\u00f3nicos que pod\u00edan ser le\u00eddos en una computadora o dispositivo digital, aument\u00f3. Muchos consumidores prefirieron los libros electr\u00f3nicos porque se pod\u00edan almacenar cientos de ellos en un solo dispositivo, y los libros electr\u00f3nicos eran a menudo m\u00e1s baratos que los libros de papel. Algunos analistas predijeron que los libros electr\u00f3nicos animaban a la gente a leer m\u00e1s, ya que muchos estadounidenses utilizaban con mayor frecuencia las computadoras port\u00e1tiles, las tabletas, los tel\u00e9fonos inteligentes y otros dispositivos electr\u00f3nicos. Los libros electr\u00f3nicos tambi\u00e9n cambiaron la cara de la publicaci\u00f3n de libros de texto. Antes los estudiantes deb\u00edan comprar libros de texto caros y voluminosos. Las editoriales comenzaron a proporcionar libros de texto electr\u00f3nicos, que eran m\u00e1s baratos y m\u00e1s port\u00e1tiles que las versiones tradicionales en papel. Muchos libros de texto electr\u00f3nicos tambi\u00e9n pod\u00edan alquilarse por un semestre en lugar de comprarse. Esto disminuy\u00f3 el costo para los estudiantes.<\/p>\n
Despu\u00e9s de la publicaci\u00f3n en 2007 de su lector electr\u00f3nico Kindle, el minorista en l\u00ednea Amazon.com vio que sus ventas de libros electr\u00f3nicos superaban sus ventas de copias impresas. La revoluci\u00f3n de los libros electr\u00f3nicos amenaz\u00f3 la viabilidad de los grandes minoristas de libros que luchaban por hacer frente a la nueva tecnolog\u00eda. En 2009, el minorista de libros Barnes & Noble lanz\u00f3 su lector electr\u00f3nico Nook en un intento de impulsar las ventas. Dos a\u00f1os m\u00e1s tarde, el gigante de la venta de libros al por menor Borders cerr\u00f3 sus puertas despu\u00e9s de a\u00f1os de lucha por permanecer abiertas.<\/p>\n
La tecnolog\u00eda del libro electr\u00f3nico tambi\u00e9n cre\u00f3 un renovado inter\u00e9s en los clubes de lectura. A principios del siglo XXI, los clubes de libros electr\u00f3nicos fueron creados por los editores de libros y los fabricantes de tabletas para captar m\u00e1s del mercado de los lectores electr\u00f3nicos. Los miembros pagaban una suscripci\u00f3n anual para recibir cada mes una copia electr\u00f3nica de un libro, que se entregaba directamente al lector electr\u00f3nico o tableta del miembro.<\/p>\n
Otra amenaza para la rentabilidad de los libreros y las editoriales fue la aparici\u00f3n de la publicaci\u00f3n a pedido y la autoedici\u00f3n. La Internet facilit\u00f3 a los autores la publicaci\u00f3n de un manuscrito en l\u00ednea, evitando las editoriales tradicionales. La impresi\u00f3n a pedido tambi\u00e9n se hizo cada vez m\u00e1s popular entre los consumidores. En las farmacias y supermercados se instalaron peque\u00f1os quioscos de impresi\u00f3n, similares a los quioscos de fotos o DVD. Por una tarifa, los clientes pod\u00edan visitar el quiosco, seleccionar un t\u00edtulo de un libro nuevo o de dominio p\u00fablico e imprimir una copia en minutos. Esto redujo la necesidad de los editores de suministrar copias impresas a las librer\u00edas de todo el pa\u00eds.<\/p>\n
Durante los primeros a\u00f1os del siglo XXI los avances tecnol\u00f3gicos hab\u00edan afectado a la industria editorial. En 2012 las ventas de libros alcanzaron s\u00f3lo 7.100 millones de d\u00f3lares, y las ventas de libros electr\u00f3nicos representaron casi un cuarto de esa cifra. En 2013 s\u00f3lo quedaban cinco grandes editoriales: Simon & Schuster, Macmillan, HarperCollins, Hachette y Penguin-Random House. A\u00fan as\u00ed, muchas peque\u00f1as editoriales florecieron en gran parte debido a su voluntad de especializarse en un g\u00e9nero en particular. Las grandes imprentas comenzaron a expandir sus opciones de libros electr\u00f3nicos con la esperanza de aumentar su base de clientes.<\/p>\n
Revisor de hechos: Marck<\/p>\n","protected":false},"excerpt":{"rendered":"
Historia del Sector Editorial Nota: V\u00e9ase tambi\u00e9n el sector o industria de Editores de Libros y la Industria o Sector Editorial Asi\u00e1tico. Historia de la Industria o Sector Editorial de Libros en Am\u00e9rica La industria editorial se desarroll\u00f3 primero en las colonias americanas durante el siglo XVII. A medida que la clase media en los […]<\/p>\n","protected":false},"author":105,"featured_media":0,"comment_status":"open","ping_status":"open","sticky":false,"template":"","format":"standard","meta":{"footnotes":""},"categories":[62,7],"tags":[40,61],"_links":{"self":[{"href":"https:\/\/sectores.chamberly.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/2700"}],"collection":[{"href":"https:\/\/sectores.chamberly.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts"}],"about":[{"href":"https:\/\/sectores.chamberly.org\/wp-json\/wp\/v2\/types\/post"}],"author":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/sectores.chamberly.org\/wp-json\/wp\/v2\/users\/105"}],"replies":[{"embeddable":true,"href":"https:\/\/sectores.chamberly.org\/wp-json\/wp\/v2\/comments?post=2700"}],"version-history":[{"count":2,"href":"https:\/\/sectores.chamberly.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/2700\/revisions"}],"predecessor-version":[{"id":4691,"href":"https:\/\/sectores.chamberly.org\/wp-json\/wp\/v2\/posts\/2700\/revisions\/4691"}],"wp:attachment":[{"href":"https:\/\/sectores.chamberly.org\/wp-json\/wp\/v2\/media?parent=2700"}],"wp:term":[{"taxonomy":"category","embeddable":true,"href":"https:\/\/sectores.chamberly.org\/wp-json\/wp\/v2\/categories?post=2700"},{"taxonomy":"post_tag","embeddable":true,"href":"https:\/\/sectores.chamberly.org\/wp-json\/wp\/v2\/tags?post=2700"}],"curies":[{"name":"wp","href":"https:\/\/api.w.org\/{rel}","templated":true}]}}