Sector Siderometalúrgico

Sector Siderometalúrgico

Sector Siderometalúrgico en General

Aspectos del Acero

Acero es la aleación de hierro y de carbono, con una proporción de carbono inferior al 1,7%; bajo la forma de impurezas o bien como metales aleados, que contiene además otros muchos elementos.

Evolución técnica Desde la antigüedad su utilizó para la fabricación del acero el procedimiento denominado directo, porque se obtenía el hierro directamente del mineral. Más recientemente se ha substituido por el procedimiento indirecto, en el cual, partiendo del mineral, se obtiene primero el arrabio y de éste, tras un tratamiento ulterior, la aleación de hierro con bajo contenido de carbón. Hoy día el acero se produce exclusivamente mediante el método indirecto, dentro de grandes hornos de cuba llamados hornos altos, en los que se vierte el mineral, el carbón de coke y las substancias que facilitan la fusión. Por la parte inferior del horno se extrae la colada líquida que pasa entonces a la acería, donde se convierte en acero, eliminando de ella la proporción excesiva de carbono y otras impurezas.

Clasificación Los aceros se dividen según numerosas clasificaciones; así hay que distiniguir entre el acero al carbono, en cuya composición, además del hierro, entra sólo el carbono como elemento determinante de sus características y el acero aleado (p.e. con níquel, cromo, etc.). Según el método de fabricación se distinguen: el acero fundido en crisol, el acero Bessemer, el acero Martin-Siemens, el acero Thomas, el acero obtenido en el horno eléctrico. Según su proporción de carbono, el acero puede ser: extradulce, dulce, semiduro, duro y extraduro. Por último, otra clasificación comercial tiene en cuenta la calidad del acero y el uso al cual se le destina: acero común, acero de calidad, acero especial, acero para la construcción, acero para herramientas, acero para imanes, acero para muelles, acero inoxidable, etc.

Fabricación Los modernos métodos de fabricación del acero utilizan el arrabio como materia prima. Su transformación en acero, llamada afino, se efectúa por los métodos siguientes: con el convertidor mediante el proceso por soplado, con el horno eléctrico y con el crisol.

Fuente: [J.J.-C.]

Sector Siderometalúrgico en España y su Historia

En España se fabrican aceros especialmente en el País Vasco. El patriarca de la industria de estos aceros fue Federico Echevarría.

La producción de acero de España es bastante deficitaria y la capacidad de producción es inferior a las necesidades.

El problema de la industria del acero en España consiste esencialmente e históricamente en elevar la producción por habitante y reducir los costes. Aunque anteriormente hubo algunas iniciativas de menor enjundia, la industria siderúrgica española comenzó su verdadero desarrollo a principios de siglo con la primera revolución industrial. Las etapas de este desarrollo fueron cuatro: en una primera, entre 1800 y 1832, la producción se concentró en Vizcaya para que después, entre ese último año y 1855 iniciar la construcción de un alto horno en Marbella (Málaga), al que siguieron los de Huelva, Sevilla, Trubia (Asturias) y Vizcaya. Ya dentro de la tercera fase, en 1855 se determinó el predominio del factor mineral sobre el del carbón y esto favoreció el desarrollo de Vizcaya. El final de este proceso de desarrollo se inició en 1880 y culminó en 1902 con la constitución de los Altos Hornos de Vizcaya.

En el transcurso de este siglo desaparecieron las instalaciones del sur peninsular y se consolidó el predominio siderúrgico de Vizcaya y Asturias. La producción aumentó rápidamente y en 1900 ya es de 166.245 t y alcanza las 1.021.685 t en 1929. A partir de este año comenzó un periodo de descenso de la producción, que continuó en la misma tónica a lo largo de la décadas de los treinta y de los cuarenta, llegando al punto más bajo en 1945.

En los años cincuenta comienza la recuperación del sector, que se vio muy potenciada con la entrada en funcionamiento de las instalaciones de ENSIDESA en 1957. En 1950 se produjeron 815.426 t de acero, cinco años después se alcanzan 1.213.115t y en 1959 ya se alcanzaban 1.052.000 t de perfiles laminados y 90.000 t de aceros especiales.

A pesar del incremento de la producción España sigue siendo deficitaria en 1959, cuando el sector representaba el 7% de la renta nacional y ocupaba el quinto lugar en la industria «detrás del metalúrgico, de la alimentación, textil y químico» y daba empleo a 53.000 personas.

Ese año Vizcaya produjo 712.058 t, Asturias -principalmente con el carbón regional en la factoría de ENSIDESA en Avilés- alcanzó las 480.360 t y Valencia, donde desde 1922 funcionaban los altos hornos de Sagunto para aprovechar el mineral ferrífero de Sierra Menera, Teruel, llegó a las 259.000 t.

A más distancia se encontraban Guipúzcoa (160.713 t), Santander (96.739 t), Barcelona (61.381 t), Álava (33.037 t), Madrid (6.970 t) y Zaragoza (5.4411).

No había problemas de abastecimiento de hierro que sí existían en los de coque y chatarra. Al no reunir el carbón español las condiciones mínimas de calidad, la industria tenía dependencia del mineral británico y también de chatarra, que en su mayor parte era de importación.

En 1960 se produjeron 1.957.914 t de acero y el consumo fue de 43 kg. por habitante y año, muy por debajo de Estados Unidos (493 kg), Francia (306 kg) e Italia (88 kg). Solamente Asturias y Valencia y en menor grado Vizcaya, tienen aceros en hornos Siemens y Bessemer; en el resto de las provincias hay predominio de los aceros eléctricos.

La situación se mantuvo más o menos estable hasta la crisis económica de mediados de los años setenta, que repercutió considerablemente en la industria entre los años 1978 y 1984. En ese periodo se produjo un aumento importante de la participación de la siderometalurgia en la exportación de manufacturas.

En 1978 y dentro de los sectores de demanda débil, la siderometalurgia y los minerales metálicos suponían un 12,2% en el conjunto de las exportaciones y un 11,4% en el de las importaciones. Estas cifras eran en 1984, respectivamente, del 14,7% y del 12%, lo que suponía un 2,5% de aumento en la exportación y un 0,6% en la importación respecto al primer año. La entrada en la Comunidad Europea tuvo también repercusiones en la siderurgia española. Ya el 21 de abril de 1983 se había firmado el nuevo acuerdo siderúrgico de exportaciones españolas a la CE, que era la reconducción del acuerdo firmado en 1978. Por el nuevo acuerdo se fijó la cantidad máxima de 754.000 t de acero, con exclusión de las importaciones temporales. Respecto a las exportaciones españolas de acero a Estados Unidos, en 1988 fueron de 452.274 t con un valor de más de 30.359 millones de pesetas, que representaron un alto porcentaje de las exportaciones totales de acero español. En las negociaciones establecidas entre la CE y Estados Unidos se decidió que a partir de 1990 España podría exportar 30.000 t más al año a este país, dentro de la cuota repartida entre los países comunitarios.

El proceso más importante por el que ha atravesado en los últimos años la siderurgia española ha sido el de su reconversión, llevada a cabo desde la transición democrática. La reconversión, bastante retrasada respecto a la del resto de la Comunidad Europea, que finalizó en 1985, tenía como objetivo eliminar las estructuras industriales improductivas, el personal excedente y las cargas financieras. Supuso para el Gobierno el gasto de casi 500.000 millones de pesetas. Después de la reconversión han quedado tres grupos empresariales, liderados por Aristrain, Celsa y Marcial Ucín. En aceros especiales la empresa de mayor envergadura es ACENOR, un grupo resultante de la fusión de cinco compañías donde la Administración ha empleado 60.000 millones de pesetas para su saneamiento y que está controlada en un 44% por el Banco de Crédido Industrial.

El año 1989 fue crucial para la siderurgia española, con el mejor ejercicio de su historia después de la reconversión. Ese año, con un crecimiento del 8,4% sobre 1988 (un 1% por encima de las estimaciones), las grandes empresas comenzaron a tener beneficios después de años de pérdidas. ENSIDESA y Altos Hornos de Vizcaya lograron beneficios pero, como contrapartida, quedaron bajo absoluto control estatal. En 1989 ganaron, respectivamente, 9.023 y 4.410 millones de pesetas, siendo las estimaciones para 1990 de alcanzar un nivel de rentabilidad del 50% del ejercicio anterior.

En 1989 la siderurgia recibió 13.000 millones de pesetas para continuar la reconversión, repartida entre las funciones de saneamiento laboral y financiero y para las obligacioens contraídas por las empresas durante este periodo de reciclaje de las empresas. ENSIDESA recibió de esta inversión global 3.000 millones de pesetas, Altos Hornos de Vizcaya consiguió 5.200 millones para saneamiento laboral y otros 3.100 para obligacioens contraídas con el Banco de Crédito Industrial y los otros 3.400 millones de pesetas restantes se repartieron entre ACENOR, FOARSA y SIDMER (Altos Hornos del Mediterráneo).

Durante este año la importación creció un 28,6% respecto a 1988, repartiéndose entre un 82,3% para la CE y un 17,7% para otros países. En cuanto a las exportaciones, se mantuvieron estables con los países comunitarios y hubo un descenso de algo más del 2% con terceros países, significando, en conjunto, un descenso del 2,1%.

La cifra global de beneficios en 1989 fue de 12.000 millones de pesetas, un 12%, exactamente igual -12.000 millones- a las pérdidas del año anterior. Respecto al saldo del comercio exterior, se notó una disminución del 17%. Acabada la reconversión comenzaron los beneficios para las grandes compañías, pero estos beneficios se produjeron por el aumento del consumo, no por el crecimiento de las ventas en el exterior o en el interior.

ENSIDESA no había tenido un balance positivo desde 1974, año en el que obtuvo 3.031 millones de pesetas, luego las pérdidas fueron aumentando hasta alcanzar el máximo en 1983 año en el que comenzó su reconversión, con 27.425 millones y bajaron hasta llegar, entre 1985 y 1988, a pérdidas de 17.725, 14.486, 11.624 y 6.915 millones de pesetas, respectivamente. La reconversión terminó para la empresa con unos beneficios de más de 9.000 millones de pesetas y unos recursos generados de 20.000 millones. La plantilla pasó de 23.907 personas en 1981 a 15.002 en 1989 y se cerraron las factorías de Mieres, Moreda y Langreo. El proceso inversor fue de 149.000 millones desde 1984 a 1988 y el saneamiento financiero necesitó una aportación superior a los 100.000 millones de pesetas. Los aumentos de capital fueron significativos, pasando de 37.200 millones en 1983 a 125.000 en 1990, siendo los recursos propios en esos dos años, respectivamente, del 8% y del 35%. A partir del 1 de enero de 1990 ENDESA tuvo autonomía de decisiones sin necesidad de autorización ministerial.

También Altos Hornos de Vizcaya (AHV) vivió una situación parecida. De los beneficios de 646 millones de pesetas obtenidos en 1976 se pasó a pérdidas continuas que en 1985 fueron de 5.239 millones de pesetas y de 14.471, 10.325 y 4.578 millones de pesetas, respectivamente, en los tres años siguientes.

Al finalizar la reconversión del sector del acero común éste quedó con 13 empresas, con 5.700 trabajadores y la producción de 4.475.000 t de laminados en caliente -en 1989- con una facturación de 240.000 millones de pesetas. La clasificación de 1989 fue la siguiente: ENDESA, con una facturación de 188.000 millones de pesetas y unos beneficios de 9.023; AHV, 103.000/4.410; Acerinox, 82.437/8.780; Aristrain, 60.000/8.000; Nueva Montaña, 22.005/3.400, y Duró Felguera, 8.669/1.745.

En total la producción de acero español aumentó en 1989 un 8,5% (en 1988 lo había hecho un 18,4%) repartida entre las 12,765 millones de toneladas de acero (un incremento del 7,4%) y las 10,989 millones de t de productos acabados laminados (incremento del 4,5%). El consumo aparente total en producto acabado fue de 10,681 millones de toneladas y el consumo por habitante llegó a los 2,92 kg.

Las importaciones totales brutas fueron de 3,171 millones de t (un 4,8% menores que en 1988) y las netas (sin maquilas) de 3.056 miles de t, por un valor de 219.255 millones de pesetas.

A principos de los años 90

En general la siderurgia parece, en esa época, ya un sector saneado, como el de las empresas similares europeas, pero las compañías españolas tienen poca dimensión. Cualquiera de las gigantes europeas, como British Steel, USINOR o Thyssen, producen por sí solas casi tanto como el conjunto de las españolas y pueden ofertar mejores precios y con mejores redes de distribución. De ahí la alarma española por los excedentes comunitarios, que ya tienen una gran penetración con los aceros especiales, y por los precios «dumping» gracias a las subvenciones de algunos países a sus productos, principalmente Brasil, Turquía y Egipto, por lo que España pidió a Bruselas que vigilase estrictamente el tráfico desleal de estos productos ya que, finalizada la reconversión, es ésta la que controla la evolución de la siderurgia española en el mercado. Desde 1976 la balanza de productos siderúrgicos era positiva para España y siguió creciendo hasta 1986 con la entrada española en la CE, pero ya ese año se produjo un brusco descenso que aún no ha finalizado.

El comercio exterior bajó un 17,2% (1.436.000 t) en 1989 al mismo tiempo que las importaciones se elevaban un 72% (515.000 t) y las importaciones de productos siderúrgicos en el primer trimestre de 1990 habían crecido un 37,1% en relación con el primer trimestre de 1989 y se pusieron en 872.000 t (636.000 en 1989), mientras que las exportaciones crecieron únicamente un 8,4% y fueron de 956.000 t (882.000 en 1989). En conjunto la producción en este primer trimestre descendió un 1,5% respecto al mismo periodo del año anterior y se quedó en 3.293.0001.

La reconversión no es un proceso cerrado, se calcula que anualmente deberán invertirse de 30 a 40.000 millones para mantener al sector, cuyas empresas deben fortalecer su aún débil estructura patrimonial. Ésta mantenía en 1989 una relación entre los recursos propios sobre el pasivo del 15,5% en la siderurgia integral, en la que el ideal buscado es del 35%, y del 13,2% en el acero común en reconversión, del 69-80% en el acero común no en reconversión, del 21% en los aceros especiales en empresas en reconversión y de más del 45% en aceros especiales en empresas ya no en reconversión.

En 1990 también se produjeron otros cambios significativos. Entre ellos el Ministerio de Industria y Energía tomó la decisión de no conceder más privilegios a la siderurgia para que ésta mejorase su competitividad en el mercado libre. Consideró que lo urgente para potenciar ésta era mejorar la tecnología de las empresas «especialmente en la gama de productos y en nuevas prestaciones en sus aplicaciones industriales», reducir los costes de producción y dotarla de sistemas comerciales más agresivos. En este sentido hay que tener en cuenta que en I+D la siderurgia española tiene un retraso de 25 años respecto al resto de la CE. Por ello se quiere recuperar el terreno perdido por medio de la CECA (Comunidad Europea del Carbón y del Acero).

Otra iniciativa del sector era la promovida por UNESID, la organización de las empresas siderúrgicas (está en conversaciones con SIDERINSA para que haya una sola voz para todo el sector español), que ha solicitado en 1990 la cláusula de salvaguardia para la siderurgia española. En 1989 la cuota de mercado en manos extranjeras pasó del 18,5% al 20,5%, por lo que el sector únicamente pudo beneficiarse de poco menos de la mitad del incremento de consumo en ese año, que fue del 8,4%. Mientras que se exportó a la CE un 52,8% de la producción, de ésta se recibieron un 82,3% de los productos consumidos por la industria española. Para potenciar la industria el Instituto Nacional de Industria (INI) anunció en 1990 que promovería un gran grupo siderúrgico español, sin participación mayoritaria del capital público.

Otro problema por el que atraviesa, en esa época, la siderurgia española es el de las tarifas eléctricas, que son hasta tres veces más caras que las de otros países de la CE. El Ministerio de Industria y Energía otorga una tarifa especial pero con unas condiciones muy restrictivas, por lo que hasta mediados de 1990 solamente las habían aceptado INESPAL y ENSIDESA, mientras que Altos Hornos de Vizcaya realizaban estudios técnicos antes de solicitarla.

El sector intentaba que haya una tarifa unificada para todas las empresas integradas en él, tomando como referencia que, en conjunto, tienen el 6,5-7% del consumo neto nacional, cerca de 8.000 millones de kw/h al año. La energía eléctrica es el segundo factor de coste en la fabricación del acero -después del de la chatarra- y la siderurgia española no quiere verse involucrada en la compensación que las compañías eléctricas quieren aplicar para paliar la desviación en la previsión de inflación registrada ya durante 1989. Por el contrario, cree que de tomarse esta medida se rompería la aproximación de los precios energéticos con los de otros países comunitarios y que esto redundaría en el incremento de los costes de producción.

Todo ello conllevaría, según los empresarios, una pérdida de competitividad y obligaría a una segunda reconversión. Al respecto el Ministerio de Industria y Energía opina que no podrán existir precios similares a los de los grandes productores, como Francia y Alemania, porque sus costes de producción resultan mucho menores. Una posible solución podría ser, a partir de la liberalización del sector eléctrico en toda Europa, la libertad de elección del suministrador. De ese modo las industrias asturiana, cántabra y vasca tendrían fácil acceso a la energía eléctrica francesa, la más barata de Europa (en 1990 el kw/h francés es de 4 a 6 pesetas más barato que el español.

Las expectativas de consumo de acero para 1990 era un crecimiento del 5% (en 1988 fue del 18,4% y del 7% en 1989), pero los expertos del sector consideraban que entre ese año y 1995 habría un crecimiento cero en la demanda de productos siderúrgicos.

Fuente: [J.J.-C.]


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Una respuesta a «Sector Siderometalúrgico»

  1. Avatar de International
    International

    A destacar: el antiguo alto horno número 2 de los desaparecidos Altos Hornos del Mediterráneo S.A. situado en el Puerto de Sagunto, Comunidad Valenciana, España. El alto horno, el único que se ha conservado, de los 3 que estaban en servicio, tiene una altura de 64 m y fue construido inicialmente en 1922 y remodelado en los años 70. Sólo se operó durante 13 años tras su restauración. Hoy está abierto a visitas del público.

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